En cualquier fase de la vida siempre hay un reto que nos espera. Una hazaña por cumplir, por superar. Y ahora, después de casi dos décadas, me reto de nuevo y nado en contra de la “crisis de los 40”. Reto conseguido. Un tercer cruce del Estrecho de Gibraltar en el que he querido demostrar que con trabajo e ilusión no existe tal temida crisis, y que la edad es sólo un número. Con 40 se pueden conseguir grandes cosas.

Acabé extasiado pero feliz. Fue el miércoles 4 de enero y las condiciones climatológicas, a pesar de que parecían darnos tregua, no nos la dieron del todo. Salí con un sol radiante pero durante el recorrido las corrientes hicieron de las suyas y se propusieron arrastrarme hacia el Estrecho. El agua estaba helada. El viento de Levante quería despertar. Además, durante el recorrido, vi pasar a un gran número de animales marinos y buques que me saludaban con grandes olas. No fue fácil pero lo conseguí. Nunca me he rendido en ninguna carrera o reto, y aunque estuve lejos de batir mi marca personal en este cruce (2:29 horas en el año 1999), creo que el verdadero reto es la reflexión de toda esta experiencia.

Por muchos años que tengas, es siempre la ilusión la que cuenta. Con esa filosofía embarqué en el Puerto de Tarifa (10.30 am) y con ese mismo concepto me lancé minutos más tarde al agua (10:50 am), desde el faro. Cuando el cronómetro empezó a correr, me sentía vivo. Frío, pero satisfecho. Más nervioso que en 1999, pero con mucha más ilusión. Con 42 años (casi 43 en febrero) volvía a retarme a mí mismo, a las adversidades y a las aguas bravas del Estrecho. Quería demostrar que no hay crisis a los 40, ni a los 50, ni a los 60 si existe ilusión, porque es esa la que te impulsa a cruzar todos los estrechos. Y así lo crucé. De forma bestial, aguantando, sin poder mantener el rumbo previsto días antes de lanzarme. Las corrientes fueron fuertes durante todo el recorrido, me desviaron, pero no pudieron conmigo.

Después de 3:39 horas luchando, por fin llegué a Marruecos, a Punta Almansa. Y puedo decir que me encuentro orgulloso, satisfecho, feliz. No pude batir mi marca personal, que es algo que aún se queda clavado dentro de mí, pero superé con creces el reto. Con 42 años, otro cruce más a mis espaldas. Otra experiencia más, otro acto de superación. En más de una ocasión he dicho: “si no me retara, mi alma estaría vacía”, y así es. Porque es eso lo que denota tu vida, tu existencia, y si de verdad crees en ti y sientes pasión por lo que haces, no hay reto que se te resista. Con ilusión puedes conseguir todo lo que te propongas. Eso es lo que ha caracterizado mi vida, mi historia y mi carrera. Por eso quiero que al leerla veas que no existe tal temida “crisis de los 40”, que nades y acabes en la orilla de tu propio éxito.

articulos-476106-460x306articulos-476105-460x306

Andrés Carrasco / EFE

Después de este reto, pretendo seguir cruzando estrechos con vosotros. ¿Queréis que nademos juntos hacia el éxito? Ya sabéis, escribidnos y programamos una conferencia o taller de motivación. ¡Os contaré cómo fue la experiencia!

¡Hasta el próximo reto!

 

Así fue nuestra historia del pasado miércoles 4 de enero, tweet a tweet: @davidmeca_team

Contacto: contacto@davidmeca.com